Era mayo y afuera llovia. Ella abrio la puerta y a pesar de su ira respiro paz en aquel solitario lugar. Con pisadas silenciosas pero decididas se fue acercando hasta llegar al habitaculo de madera.
-Quiero confesarme!- Su voz genero un potente eco en aquel templo.
De un salon contiguo, aparecio la imagen de un ensotanado que avanzaba con lentitud susurrando algo entre dientes. Cuando hubo de sentarse en el confesonario, aquel hombre de iglesia exclamo:
-Ave Maria Purisima!
-Sin pecado original concebida- respondio la penitente.
-Que el senor este en tu corazon para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados-riposto el sacerdote.
La mujer se lio una buena bocanada de aire, y mirando la rejilla que la separaba de su confesor arengo:
-Despues de 33 anos, al fin descubri la identidad y el paradero del hombre que me engendro; el hombre que me abandono justo la noche en que naci, y que mi madre murio.
Vine aqui a confesarme, porque...lo voy a matar!
El parroco, elevo la vista y respondio:
- Hija, sabes muy bien que el quinto mandamiento de los diez que el propio Dios le entrego al profeta Moises prohibe hacer eso. Tu has sido una gran cristiana, y un ejemplo de esta comunidad. Se que es muy duro para ti; y entiendo como te sientes, pero te digo que debes perdonar a este hombre, y hacerlo de todo corazon.
Te absolvere de ese pensamiento pecaminoso, pero antes debes prometerme que honraras y cumpliras esta penitencia.
La mujer negaba con la cabeza las peticiones del cura. Cerro los ojos y de inmediato un par de lagrimas le brotaron de ambas mejillas. Presa total de la rabia y la venganza se levanto tratando de abandonar aquel lugar, sin embargo, la mano del sacerdote la detuvo. En medio de aquella diminuta iglesia se escucho una voz que dijo:
-Hija perdoname!! Me habrian excomulgado!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario